WandaVision: La Televisión está de vuelta [Columna de Opinión]

“Por si no nos volvemos a ver: buenos días, buenas tardes y buenas noches”

 (The Truman Show, 1998).

Sin duda ha calado en el público esta nueva propuesta narrativa, que, inmersa dentro del mundo de Marvel, ha reinventado el género y como nunca el gremio de guionistas ha dado el paso hacia una generación de creatividad sustancial. Todo gracias a “The Wanda Show” de vuelta a las raíces.

Por Sebastián Oyanedel Davison

¡Había que hacer algo! La televisión, como género audiovisual, por consiguiente, como producto de negocio, está en la más absoluta decadencia.

Esta es la era del Hiper-Media, donde el consumo audiovisual, de entretenimiento, informativo y ético radica ahora en los medios informales (Internet). Atrás quedaron los años del tan estudiado Mass Media.

¿De qué manera podríamos traer de vuelta al programa de televisión como el punto neurálgico del hogar? Aquellos años donde era la serie de televisión, que, como género, instauraba las temáticas de conversación en la mesa familiar y se instalaba a su vez como un referente cultural en una determinada sociedad, alineando incluso los comportamientos y lenguajes en una generación en particular. Aquí en Chile, por su parte, lo hacían las teleseries en su denominada “época dorada”. O si nos remontamos a los 80´ el encuentro con la televisión en el núcleo familiar ameritaba una instancia de solemnidad, pues para aquellos años era un lujo tener un televisor.

Es entonces que aparece WandaVision, haciendo un constante tributo a las sitcoms de antaño, comenzando desde la década de los 50 hasta los 2000. Trayendo la magia de la televisión, justo en un momento en el que la mayor parte del mundo vuelve a reencontrarse con sus familias y espacios más íntimos en la vida de una persona: sus hogares; tras el universal confinamiento que ha provocado la pandemia.

Y era justamente el momento idóneo también, pues todo lo que tenga que ver con la cultura popular ‘retro’ iba a ser un éxito sin lugar a dudas, independiente de si su contenido es envolvente o no, la estética ‘retro’ para estos años es grito y plata. Pues su público objetivo, quien apelará a la nostalgia, seguiría a ciegas la senda que decida emprender cualquiera de estos proyectos. El cine bien ha sabido aprovecharlo este último tiempo, pero ya que ahora nos compete la serie como formato, nítidamente distingo por ejemplo a “Stranger Things” o hasta el premiado y más recordado capítulo de la distópica “Black Mirror”San Junipero, el que haciendo el mismo juego que la serie que nos reúne ahora, iba de época en época comenzando desde los 80´, respetando todos los códigos estéticos, musicales y de arte que correspondía para cada cual.

WandaVision es una clara declaración de amor al género de la “Televisión” recayendo en la pintoresca sitcom, haciendo Inter-Textualidad con diversas producciones en la que nos encontramos, por ejemplo: a La hechizada, Married With Children, hasta Malcom in the Middle, entre muchas otras. Ya con el solo hecho de coquetear con estos programas se llevan sus puntos ganados.

Pero claro que no iba a ser tan fácil como eso, había que despertar interés, asimismo había que ser congruente con el relato complejo que se estaba exponiendo, y ahí, es donde recae la gran responsabilidad en la credibilidad de los actores. Y ese aspecto es uno de los más suavizantes y encantadores que pude desprender de esta entrega. Sobre todo, del desenvolvimiento de Elizabeth Olsen (Wanda) quien, en cada nueva época televisiva que representaba la serie, respetó absolutamente todas las formas de actuar que se manifestaban en cada una. Utilizando movimientos corporales y faciales distintos, tiempos de diálogos distintos, incluso hasta entonaciones distintas. Es éste, a mi parecer, el gran elemento que desborda calidad de esta reciente producción. Todo fue creíble aun pese al difuso entramado de capas que esta historia de nueve capítulos vislumbraba arrastrar.

Capa tras capa

Aquí es donde nos comenzamos a enredar, pero a desenredar de inmediato, pues la tensión que generan los ciertos nudos que traspasan la pantalla, no alcanzan a durar más de un minuto para luego soltar. Aquello, en este juego vertiginoso de incertidumbre, es sencillamente fascinante. Porque desde el comienzo sabes que algo no cuadra, pero todo se ingiere de igual manera, se saborea, se experimenta, como si poco fueras parte de aquel público imaginario que se hace presente en estas inmortales risas grabadas.  

Son en esos momentos donde el subtexto cobra fuerza – ¿Qué o quién se encuentra tras la pantalla de esta supuesta realidad que se nos plantea? y es así como podemos conectar a obras como la referenciada “The Truman Show” con los hilos de un maestro – en este caso un director de televisión – o incluso en lo que intentó de hacer “Westworld” de HBO basada en la obra de Michael Crichton, muy magistralmente en su primera temporada, pero que diluyó desde la segunda.

¿Qué habrá más allá de la cuarta pared?

Todas estas interrogantes filosóficas de las que se nutren un sinfín de obras, y de las que tributa muy bien WandaVision, le otorga a la serie un podio particular, a diferencia de todas las producciones que hemos visto en el universo de los superhéroes.

Hace pocos días de emitido su último capítulo, leí por ahí, en un sitio dedicado al cine, que WandaVision ha sido la mejor de las series en la historia superando incluso a Breaking Bad.

Es aquí cuando debemos bajar la fiebre y clarificar las cosas.

No digo que WandaVision sea una fiebre del momento, más si aún se espera el estreno de una película que cerrará entonces el arco argumental que se planteó en la serie. Lo que apelo es a la objetividad. Ya se decía que Chernobyl, por ejemplo, era la mejor serie de todos los tiempos y hoy en día ya casi nadie la recuerda. Para qué hablar de Game of Thrones que se recuerda más por su rechazada última temporada más que por el conjunto.

Para que se pueda aludir a que una serie esté compuesta por una riqueza de recursos y completa en todos sus ámbitos, hay que considerar no solo su nivel de popularidad, sino también su engranaje técnico, argumentativo y narrativo. La complementación de todos esos elementos puede hacer de un guion para una serie televisiva digna del galardón de una gran producción. Todo lo antes mencionado es lo que rebosa en Breaking Bad; desde su capítulo uno hasta el final, mas no en WandaVision pese a su sorprendente capacidad innovadora.

De igual manera, WandaVision es quizá un gran aliciente a una era de nuevas producciones que se atreverán más a romper esquemas y a plantear el hilo argumental, de un suceso en particular, desde diversas veredas; sobre todo la tan exquisita ruptura de la cuarta pared. Elemento, por cierto, nada nuevo en el cine, asimismo en el mundo de las series. Cómo olvidar entonces a Mr. Robot que tal cual lo hace WandaVision , uno de sus capítulos rememora la típica sitcom ochentera. Y que no se queda solo en la referencia y el tributo, sino que es un personaje más dentro de este tejido argumental del episodio, creando espacios etéreos para consolidar el discurso, así mismo como en WandaVision, haciendo disruptivo el visionado del espectador; éste, ya inmiscuido en un oscuro contexto y ambiente, pero sin perder por ello la verosimilitud.

Recuerdo en mis queridas clases de guion, así como en aquellos ramos de conceptualización y observación; la tan nombrada verosimilitud. El elemento fundamental y esencial al momento de formular cualquier idea creativa, es que se deba trazar en base a la verosimilitud. Es decir, en Star Wars, por ejemplo, no podríamos ver a Mickey Mouse, porque es inverosímil.

Dicha concepción ha bordeado sus límites en múltiples ocasiones, muchas veces no con buenos resultados y en otras con simpáticas y correctas interpretaciones, tal como el caso de la inmersión de caricaturas animadas dentro de una cinta con actores, o viceversa. Como por ejemplo Space Jam o la que fue una verdadera caricatura de carne y hueso La Máscara, marcando entonces un antes y después, entre muchas otras. ¿Se rompe la verosimilitud en estas propuestas? claro que no, está dentro del contexto argumental, pero sí que bordea el límite.

¿Qué sucede cuando llevas ese atrevimiento un poco más allá del límite, pero bien ejecutado y de manera innovadora? resultan cosas como Mr. Robot y ahora, en este caso, WandaVision.

¿Cuál fue su acierto en ese sentido? que desde el primer capítulo se registraron los indicios de que existe una anomalía. Eso, justamente, es hacer verosímil el relato.

Es por ello y mucho más, que estamos frente a un guion consistente, pero no nos engolosinemos, no supera ni a Breaking Bad ni a muchas otras, las que poseen ciertas cualidades esenciales para perpetuarse en el tiempo, pero sí es una hermosa narración, haciéndose conectar paulatinamente y con sus tiempos debidos, para resultar en un sustento argumental interesante y estéticamente sensorial.

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